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Negocios
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06 Julio de 2018 19.22

Argentina dio pasos positivos para integrarse a una de las industrias turísticas que más crecen en el mundo. Con 25 millones de pasajeros en el último año, la fórmula de los cruceros es imbatible: hoteles de lujo que se trasladan en función de la temporada y la rentabilidad.

De la Antártida al sudeste asiático, de Noruega al mar Caribe, pasando por Brasil, Oceanía y el Mediterráneo, se pasea una atracción turística que no distingue climas ni estados de ánimo: los cruceros son uno de los segmentos de la industria del leisure global que más ha crecido en pasajeros, satisfacción, inversión y variedad en los últimos 20 años. En marzo zarpó desde Barcelona el Symphony of Seas, el crucero más grande del mundo (5 Titanics), con capacidad para 9000 personas, 40 restaurantes, 23 piscinas y jacuzzis, dos teatros, una pista de patinaje sobre hielo, un simulador de surf, dos paredes de escalada, una tirolesa, un carrusel de estilo, cancha de minigolf, un circuito de batalla láser y un casino, además de spa, gimnasios e infinidad de tiendas de lujo. Un all inclusive último modelo que navega y amarra en ciudades y otras atracciones turísticas.

Desde los años 90, esta industria viene creciendo a pasos agigantados, con inversiones astronómicas y apertura de mercados a babor y estribor. Y lo que viene será aún más impresionante. En los próximos siete años aparecerán 100 nuevos cruceros en todo el mundo: una inversión total de US$ 59 mil millones que necesita puertos donde amarrarse y pasajeros que entretener. ¿Qué porción de ese capital flotante abrevará en nuestras costas? Difícil saberlo todavía. El panorama de nuestra región hasta el momento es el que se describe a continuación.

Leven anclas

Symphony es la nueva estrella de Royal Caribbean y el caballito de batalla con el que competirá con Carnival, la mayor naviera de cruceros del mundo. Fundada en los 70 por el israelí Ted Arison fruto de una pelea con su socio en Norwegian Caribbean (la tercera del mundo hoy y una de las pioneras de la industria en los años 60), Carnival resiste en la cima del podio aún a pesar del tristemente célebre naufragio del Costa Concordia en 2013. Con sede dual en las bolsas de Londres y Nueva York, la empresa tiene presencia en estas aguas con Costa Cruceros, una de sus principales subsidiarias, que arribó en el puerto de Buenos Aires por primera vez hace 70 años.

Costa tiene dos barcos que amarran en Buenos Aires todos los años entre noviembre y abril, además de un transatlántico que da la vuelta al mundo. Dario Rustico (foto) es Gerente General para Sudamérica de la compañía y desde Sao Paulo está a cargo de las operaciones en el país. “Lo que pasa en Argentina está muy conectado con lo que pasa en el resto del mundo”, comenta el ejecutivo en su reciente visita a Buenos Aires. “Los cruceros son assets muy costosos que se mueven en función de un profit determinado. En 2011, Brasil llegó a tener 20 barcos. Eso porque el desarrollo de la industria en Europa y Estados Unidos generó un excedente que hacía que en invierno los barcos vinieran para acá. La verdad es que no fue un plan: los barcos llegaban porque no tenían otro lugar adónde ir. De 2012 en adelante, crecieron mucho los mercados del sur de Asia, Australia, Isla Mauricio, Dubái. Así que esos barcos terminaron yendo para allá”. Desde 2015, comenta Rustico, la región se está recuperando y la próxima temporada promete estar al nivel del resto del mundo. Sin embargo, según el consenso de la industria, al mercado sudamericano le falta competitividad en términos de puertos y costos.

En abril, el presidente Macri recibió en Olivos a Adam Goldstein, Vice Chairman de Royal Caribbean (también de origen noruego: los cruceros son vikingos por derecho natural). En esa reunión se anunció la vuelta a la región de la compañía, que había abandonado sus anteriores intentos hace más de una década dejando solo los viajes de lujo de Celebrity Cruises que unen Brasil con Argentina y Chile. La razón del regreso tiene que ver con el anuncio de una reducción significativa en los aranceles portuarios. La noticia fue muy bien recibida también por Javier Massignani, Director Ejecutivo de MSC Cruceros en Argentina, quien explica que esta reducción mejora notablemente sus números operativos y posiciona mucho mejor a un mercado cuyos costos superan en 4 o 5 veces los de Miami. Este cambio terminó de decidir la llegada de 3 barcos nuevos de la compañía al país para la temporada 19-20.

Del color del mar

MSC es la cuarta naviera del mundo y la que más giros (entradas y salidas) realiza en la actualidad en el puerto de Buenos Aires: 34. Comparte con Costa la mayor porción del público argentino crucerista con sus viajes a Brasil y escalas en Montevideo o Punta del Este. Para MSC, la región es su segundo mercado después de Europa y un destino al que viene apostando considerablemente. “El crucero pasó de ser un nicho muy exclusivo a masificarse sin perder en calidad y prestaciones”, dice Massignani.

Más allá de la buena noticia local, “no sirve de nada reducir el costo argentino si no se reduce en Brasil, Chile y Uruguay”, explica Joaquín Salgueiro, gerente de ventas de Organfur, la oficina comercial de Royal Caribbean en la Argentina. Organfur vende cruceros para argentinos en el extranjero, 83 % de los cuales parten de Miami hacia Bahamas o el Caribe. El mercado de cruceros, al menos por ahora, funciona en dos dimensiones: en temporada y sobre región. No existen los destinos específicos; existen los circuitos.

Según un estudio de Organfur basado en búsquedas de Google, el 65% de los argentinos elige cruceros a Brasil. Un 16% busca barcos de Miami hacia Bahamas, un 12% en el Mar Caribe y el 7% restante se reparte entre Europa, la Patagonia y Asia. Los cruceros más importantes que amarran en Buenos Aires, más allá de los transatlánticos, son el Fascinosa de Costa y el Orchestra de MSC. Ambos superan los 3000 pasajeros, a quienes hay que sumarles la tripulación, en relación de 1 cada 3. Hablamos de una mole de acero que transporta, alimenta, entretiene y entusiasma a 5000 personas en el agua: “una ciudad en el mar”, como dice Dario Rustico. Imaginen los camiones con papas y cebolla, los de toallas y sábanas limpias; el personal técnico que debe responder a una pantalla que no enciende; las dificultades en la autosuficiencia energética; el movimiento de pasajeros y staff deambulando entre atracción y atracción.

La espectacularidad logística sin embargo permite tickets razonables. Un crucero desde Buenos Aires de 8 noches hasta Río de Janeiro se consigue por poco más de US$ 1000. Por supuesto que las opciones son amplísimas y los precios varían de acuerdo al paquete contratado (de media pensión a all inclusive), los gastos dentro y fuera del barco (excursiones desde los puertos) y demás cuestiones más o menos irrelevantes.

Conocer el hielo

No solo Magallanes o Darwin tienen derecho al fin del mundo. Los cruceros a la Antártida y la Patagonia también se han convertido en nicho interesante. La compañía chilena Australis organiza cruceros entre Ushuaia y Punta Arenas pasando por el Cabo de Hornos en una expedición que combina la aventura con el lujo. Con tarifas entre los US$ 2500 y 3000, cruceristas de Estados Unidos (los principales clientes a nivel mundial), Europa y en menor proporción Asia y Oceanía, en general por encima de los 55 años, reservan sus travesías entre un año y 6 meses antes. Mara Lougedo, gerenta de ventas de la compañía, explica: “el concepto de lujo que trabajamos nosotros no tiene que ver con lo extravagante sino con la exclusividad: llegamos a lugares a los que no llegarías de otra manera y con una calidad y un confort propios de un hotel cinco estrellas”.

A la Antártida llega Hurtigruten, una compañía noruega que figura en los puestos más altos de los rankings cruceristas. William Harber, presidente para las Américas de la compañía, se muestra muy satisfecho con las travesías que traen al continente y demuestra entusiasmo por sumar rutas a los destinos potencialmente atractivos para sus clientes (europeos, mayormente): Iguazú, Buenos Aires y la Patagonia. “Nuestras operaciones se basan en una logística aceitada en la costa, transfers eficientes para nuestros pasajeros, seguridad y predictibilidad en temas aduaneros y de migraciones. Si bien por razones de eficiencia nuestros buques hoy amarran en Montevideo, queremos volver a hacerlo nuevamente en Buenos Aires, especialmente luego de los cambios tributarios operados por el gobierno”.

Zarpado

La industria global de cruceros confía en sí misma y sabe que tiene mucho para dar. Disney, que no poco sabe de turismo y entretenimiento, tiene ya 4 cruceros en su Disney Cruise Line y anunció que su flota incorporará 3 más en los próximos años, todos superiores a los 5000 pasajeros de capacidad. Los estándares de satisfacción superan el 80 % y el de repetitividad, el 70, un número comparable solo con Amazon. Como no podía ser de otra manera, China ha comenzado a construir barcos y las tradicionales constructoras noruegas, alemanas e italianas tienen su capacidad completa para entregar naves a la mar. Sudamérica tiene una oportunidad en este crecimiento gracias a su extensísima costa y sus paisajes privilegiados. Habrá que apurarse, antes de que el atractivo del crucero radique en el simple hecho de subirse a tamaño aleph del entretenimiento, donde un glaciar, una playa o un monumento sean solo imágenes para ver en una pantalla 4K.

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