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Cómo planean aumentar su producción los fabricantes de respiradores

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17 Marzo de 2020 15.48

Uno de estos aparatos, vitales para contener los efectos de la pandemia, costaría hasta US$ 25.000 en condiciones normales.

El Gobierno alemán acaba de encargar 10.000 respiradores mecánicos. Por su parte, el presidente de EE.UU.,COBI, aludió al tema en una conferencia de prensa pero no presentó planes al respecto.

Los respiradores artificiales bombean oxígeno a los pulmones de los pacientes de Covid-19 que no pueden respirar por sus propios medios. Los hospitales de EE.UU. cuentan con unas 62.000 unidades actualizadas a disposición y 99.000 obsoletas que podrían retirarse del almacenamiento en caso de emergencia, afirma la Society of Critical Care Medicine. Si la pandemia en EE.UU. se descontrola como pasó en Italia, es posible que ninguna unidad sirva.

¿Podrían aumentar la producción los fabricantes de los dispositivos? Sí, pero no de un día para el otro.

“Podríamos quintuplicar la producción en 90 a 120 días”, declaró Chris Kiple, CEO de Ventec Life Systems, una empresa de Bothell, EE.UU., que fabrica los respiradores que usan hospitales, hogares y ambulancias. Ventec tendría que reforzar las cadenas de producción, capacitar a ensambladores y probadores y conseguir piezas. Lo más complicado sería acelerar la entrega de esas piezas, según Kiple.

La industria de los respiradores está recibiendo montañas de pedidos desesperados de China e Italia. Todavía no es el caso de EE.UU., pero los fabricantes se están preparando para eso. “Este es el momento para que intervenga el Gobierno”, sostiene Kiple.

Ventec, una empresa con siete años de antigüedad y 135 empleados, es un agente bastante pequeño en un mercado dominado por Medtronic (bajo la marca Puritan Bennett), GE Healthcare y Allied Healthcare en EE.UU. y Hamilton Medical, Getinge, Drägerwerk y Philips Healthcare en Europa. Kiple estima que la capacidad mundial de producción oscile entre 40.000 y 50.000 unidades por año, pero en parte se trata de aparatos inadecuados para unidades de terapia intensiva.

Es difícil predecir cómo evolucionará la pandemia y por ende, cuál será el pico de demanda de terapia intensiva. Pero es posible imaginarse que será grave por el caos en los hospitales de Italia y por un estudio de necesidades de respiradores realizado en 2015 por una fuerza de tareas del estado de Nueva York, que estimó que de ocurrir una pandemia como la de 1918, el estado llegaría a necesitar hasta 18.600 respiradores. Habría solo 9.000 a disposición, contando los que ahora están en el stock de emergencia, y la mayoría ya estaría usándose en pacientes con otros problemas.

Si hay riesgo de que se dispare la demanda y hagan falta tres meses para aumentar la entrega de piezas, alguien debería encargarlas ahora mismo. Pero un hospital bien puede dudar, dado el riesgo igual de probable de que nunca se usen esos aparatos de más. ¿Quién asumiría el costó Así se explica por qué el pedido de Alemania lo hizo el Gobierno.

Hay una buena noticia de parte de los productores: no todos buscarían obtener los mismos sensores de oxígeno, válvulas dosificadoras y compresores. “Cada fabricante de respiradores crea productos armados de manera individual”, explica Richard Banson, terapeuta respiratorio y profesor emérito de la Universidad de Cincinnati. “Philips no va a encargar las mismas piezas que Medtronic”.

Kiple afirma que por lo general, los proveedores crean piezas específicas para cada uno de los diversos fabricantes que tienen de clientes, y espera que durante una emergencia, se pueda hacer poner en stand by a los de otros rubros.

En promedio, un respirador para hospitales cuesta US$ 25.000 en condiciones normales, sostiene Branson, aunque uno para terapia intensiva con las funciones más avanzadas puede salir el doble. Así las cosas, con algunos miles de millones de dólares se podrían comprar muchos, incluso pagándole más a cada proveedor de piezas para que acelere la entrega. Después de todo, los proveedores podrían tener que contratar más empleados y herramientas costosas que quedarían ociosos al pasar la crisis.

Otro aspecto de la capacidad de tratamiento también causa temor: el personal. Un respirador no se enchufa y listo, hay que calibrarlo meticulosamente según el paciente, y si esto no se hace bien o no se actualiza, se condena al paciente a muerte. Un neumotórax, un colapso pulmonar, una neumonía contraída por un microorganismo en el hospital, la toxicidad del oxígeno y la aspiración de vómitos son algunas de las posibles complicaciones. ¿Habrá suficientes médicos y terapeutas? Lo sabremos pronto.

Por William Baldwin

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