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Argentina 2020: ¿Tan locos están los mercados de bonos?

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21 Diciembre de 2019 09.30

Después de cuatro breves años, Argentina volvió a caer en riesgo de default y a transformarse en el paraíso de los inversores de activos de riesgo. A excepción de Venezuela, que tiene prohibido cotizar en bolsas de EE.UU., ningún otro país de América Latina tiene su deuda tan devaluada como este mercado lamentable.

El nuevo presidente, Alberto Fernández, asumió el 10 de diciembre. Su nuevo ministro de Hacienda, Martín Guzmán, sugirió una moratoria de dos años para el préstamo impagable de US$ 56.000 millones que le hizo el Fondo Monetario Internacional al país. El primer pago importante de capital de ese préstamo vence en 2022.

“Lo que hay que hacer es lograr que el FMI estire los vencimientos, porque ellos no conceden recortes de capital”, afirma James Barrineau, gerente de fondos de bonos de Schroders en Nueva York. “Por lo menos así se mantendrán abiertos los mercados de capitales para Argentina”.

En la práctica, una prorrogación de los vencimientos de los préstamos del FMI sería una moratoria para esa parte de la deuda del país, pero no para el resto, que está en manos de bancos locales y de los reyes de los bonos extranjeros que tienen que acordar una prorrogación de la deuda. Tendrían que renegociar, y todos sueñan con que Fernández pueda levantar esta economía de plomo.

“Todavía pienso que será el mercado de bonos soberanos de mejor rendimiento en los próximos 12 meses”, sostiene Jan Dehn, director de investigación de Ashmore Group, una empresa de administración de activos con US$ 95.000 millones en Londres.

A Dehn le parece que con sus precios, el mercado ya estima una quita del 60%, con lo cual los valores del bono a cien años de Argentina rondan los 35 centavos por dólar. A los que están comprando ahora les parece bien, pero no a los que vienen invirtiendo en Argentina desde el Gobierno de Mauricio Macri. A Macri lo eligieron para arreglar el desastre que dejó Cristina Kirchner. Irónicamente ?o no; después de todo, hablamos de Argentiná, Cristina volvió al poder y es vicepresidenta.

Argentina comenzará el 2020 en un enorme vacío. Si mira a la izquierda, no verá nada. Si mira a la derecha, tampoco hay nada. Si mira adelante, nada. Si mira atrás, nada otra vez? bueno, atrás quedó una catástrofe.

Si la experiencia de México y Brasil ?los dos grandes ejemplos de la ola de cambios políticos de Latinoaméricá sirve de ejemplo, en teoría el nuevo Gobierno debería tener cierto tiempo para asentarse antes de que se imponga la insatisfacción de los votantes, afirmó la Economist Intelligence Unit en una nota sobre riesgo político en América Latina en 2020.

Según la EIU, los lazos de Fernández y Kirchner con los sindicatos podrían dar lugar a una especie de acuerdo tripartito de medidas de austeridad entre el Gobierno, las empresas y los empleados públicos para darle al nuevo Gobierno un poco de margen de maniobra con los acreedores en los primeros meses.

Así las cosas, Guzmán ya advierte que si el Gobierno no consigue una moratoria de la deuda del FMI para marzo, caerá en default con algunas deudas externas.

Fernández prometió retomar el crecimiento económico recortando tasas de interés pesadas, que rondan el 60% anual. Para eso, tendría que aplicar controles de precios, para bajar la inflación y no solo mantenerla bajo control. La tasa de inflación de Argentina reajustada a 12 meses supera el 40%.

Muchos argentinos ricos e incluso miembros de algunos sectores de la economía, como los exportadores y los bienes raíces, no se preocupan mucho por el efecto de la recesión en el país porque viven en un mundo en gran parte dolarizado. Cuanto más se devalúa el peso, más se enriquecen ellos en el mercado local.

Al nuevo Gobierno le queda poco tiempo para evitar un default caótico, opinan los analistas de América Latina de la EIU. Un nuevo default sería “extremadamente perjudicial” para la economía y casi sin dudas reactivaría (una vez más) la inestabilidad política en 2020.

Algunos bonistas podrían mostrar cierta flexibilidad en un principio para evitar una reducción dolorosa del capital, pero cuesta creer que una mayoría calificada de inversores opinará lo mismo.

El FMI también podría mostrarse flexible, siempre y cuando el programa económico promueva un aumento de la recaudación tributaria y no se quede en promesas de gastar un poco menos.

La prensa local sugiere que la mayoría de los bonistas coincide con Fernández y no quiere mandar a Argentina a otro default. Se rumorea que algunos de ellos no solo acordaron posponer los vencimientos, sino que tampoco tienen problema en darle más plata al Gobierno de Fernández para que (una vez más) siga siendo solvente.

“Esa flexibilidad extraordinaria de los bonistas casi suena demasiado buena para ser cierta”, declaró Siobhan Morden, directora de renta fija de Amherst Pierpont Securities para América Latina en Nueva York. “La propuesta de renunciar a los pagos de la deuda en el corto plazo sin ninguna garantía de que se pague a futuro ya suena osada, pero aportar más capital parece casi imposible”.

Por Kenneth Rapoza

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