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Editorial
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28 Abril de 2020 09.54

María Belén Mendé es la rectora de la Universidad Siglo 21, una institución pionera en educación mediada por tecnologías, desde hace más de 15 años. En esta columna, explica por qué la educación debe abrazar el cambio. 

La coyuntura que estamos viviendo es un hito excepcional y desafiante que pone a prueba la capacidad de liderazgo y adaptabilidad de grandes actores sociales como lo son los gobiernos, las empresas y organizaciones y, por supuesto, al sistema educativo en todos sus niveles, y los actores que lo componen.

La educación ha gozado históricamente de cierta estabilidad posicionada como una variable de valor simbólico: ser previsible, no cambiar abruptamente y mantener estabilidad han sido características consideradas como positivas. El sistema ha estado estancado, y eso lo ha llevado muchas veces a distanciarse de las necesidades tanto del entorno como de los propios alumnos. En las últimas décadas se ha hecho cada vez más evidente la necesidad de adecuación para estar a tono con las demandas de un contexto globalizado y desafiante. Con este contexto, la pandemia logra no sólo transformar el medio, sino que replantea el sentido y la forma en cómo y para que aprenden las personas, mientras vence las resistencias del sector a modernizarse. Mientras replantea su misión e impacto, la educación ha debido generar respuestas creativas en un breve lapso de tiempo para atender las necesidades de millones de alumnos a nivel global. La pandemia parece estar venciendo las resistencias de un sector a modernizarse y adecuarse a las necesidades reales del mundo.

Quedarnos en nuestra casa ha impulsado a las experiencias virtuales que potencian una lógica de aprendizaje centrada en el alumno, cada vez más interactiva y dinámica. Las claves para el diseño apropiado son la flexibilidad y adecuación de los sistemas a las realidades y experiencias individuales, de los alumnos con sus necesidades, intereses, perfiles, tiempos y capacidades que son claves para el diseño de una buena experiencia Así, se cumple en este modelo una promesa fundamental: que cada estudiante desarrolle sus competencias y habilidades, personalizando la educación 

El alumno actual demanda sistemas académicos sólidos, plataformas intuitivas y dinámicas, así como docentes que los acompañen alimentando su curiosidad, atendiendo sus dudas y planteando desafíos constantes. A la hora de definir qué modelo es más apropiado también hay que evaluar los recursos e infraestructura tecnológica a los que tienen acceso los alumnos, y sus responsabilidades de vida, más allá de las formativas. En ese sentido, resulta extremadamente relevante la capacidad que el alumno tendrá para recibir feedback y la interacción alumno-alumno y alumno-docente que se genere mientras aprende. Tanto para las carreras de grado como de posgrado, el trabajo colaborativo resulta fundamental, así como el desarrollo del pensamiento crítico y el intercambio de experiencias con pares. El aula virtual busca garantizar esto a través de simuladores a medida, aprendizaje basado en problemas, proyectos transversales e interactivos, método de caso y retos, entre otros. 

La mediación tecnológica requiere diseño, implementación y evaluación permanente. Montar contenidos en plataformas digitales no es lo mismo que generar una opción pedagógica integral. Actualmente, muchas experiencias podrán adoptar la primera dinámica, pero serán pocas las que puedan lograr una solución estructural e integral en tan corto tiempo. Desde la Universidad hemos construido una sólida experiencia en la mediación tecnológica por la fortaleza de nuestro modelo de aprendizaje. Hoy el mundo demanda flexibilidad y el desarrollo de competencias de autogestión y autodesarrollo. Desde nuestros inicios buscamos impulsar una verdadera democratización de la educación superior con adaptabilidad, innovación y calidad en los aprendizajes. 

La educación ya cambió, porque ha cambiado el mundo. Ese cambio no volverá a ser reemplazado por la estabilidad y la previsibilidad, sino que será constante y nos llevará, a las instituciones educativas, a innovar e insertar nuestras misiones cada vez más desde la ciencia y el conocimiento al servicio del mundo.

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