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Liderazgo
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03 Enero de 2017 18.10

Con una estética vintage, cientos de horas de investigación, una inversión de US$ 25.000 y tres años de pruebas fue lo mínimo que necesitó Washington Pérez para desarrollar la primera bicicleta eléctrica artesanal de la Argentina.

Inspirado en una máxima de la mítica marca Porsche para sus vehículos que reza que “el auto tiene que frenar más rápido de lo que acelera”, el diseñador industrial buscó pieza por pieza para llegar a su primer prototipo, del que vendió siete unidades y ahora ya produce otras 15. “Algunas bicicletas con motor a explosión tienen frenos a contrapedal, pero son peligrosos y pueden ser letales para el conductor”, explica el emprendedor. Con eso en mente, se convenció de haber detectado un nicho posible, reducido pero rentable, para ofrecer un producto que, por sus características, es casi de colección.

No le resultó del todo sencillo: “Buscaba hacer la primera bicicleta eléctrica nacional, pero no conseguí a un fabricante local del motor que necesitaba, con la suficiente autonomía y velocidad final. Por eso, tuve que recurrir a uno importado mientras continuaba desarrollando el cuadro y los accesorios”, recuerda Pérez, quien hoy ya tiene su marca: Jules Cycles.

El precio del modelo que diseñó es de US$ 5.500, costo que, comparado con una bici eléctrica estándar, puede parecer exorbitante. Pero quienes conocen este mercado admiten que se trata de un producto particular, que compite a nivel internacional con las marcas del segmento de lujo que tienen un valor aún mayor.

Casa-taller

En su casa/taller del barrio Saavedra, Pérez confiesa que el costo de cada unidad supera los US$ 3.500, dado que es un producto de detalles minuciosos que requiere muchas horas de trabajo. Eso lo convierte en un producto impensable a gran escala. “No podía competir con los productos asiáticos de venta masiva por los precios, y tampoco servía copiar sus diseños. La única salida era buscar un nicho para algo novedoso y tener un precio lógico de producción con un margen normal”, admite el emprendedor.

Una bicicleta terminada en China, que es el mayor mercado mundial de las eléctricas, tiene un valor tal vez menor a la mitad de lo cuesta en la Argentina solo una batería para el motor. Claramente ese era el primer problema a resolver a la hora de encarar el proyecto.

“Aunque es una bici para uso urbano, porque la batería dura 50 kilómetros sin pedalear y tarda cuatro horas en cargarse, tengo la fantasía de hacer la Ruta 40 porque creo que nadie la hizo en una vehículo eléctrico”, se entusiasma Washington. Así como desde el inicio rechazó usar el motor a combustión de dos tiempos y se inclinó por la silenciosa y ambientalmente inocua batería eléctrica, ahora ya evalúa incorporar un panel solar para que la carga sólo provenga de energía renovable no contaminante.

Es que Pérez se pone en los zapatos de sus clientes, conoce la mirada de los fans de sus bicicletas y esa es, a la hora de realizar un trabajo artesanal, su principal fortaleza: el foco el en los detalles, no en la soldaduras donde la competencia de los robots chinos es imbatible. De ahí la relación costo-calidad-precio de venta, en la que no se resignan prestaciones, durabilidad ni estética en función del ahorro en materiales o confección.

Diseño

Cuenta el diseñador que, cuando desarrollaron el Audi TT, una de las premisas sobre las que trabajaron los alemanes fue que ese modelo tenía que ser digno de ser restaurado 20 años después. Por eso, dice, si algo tiene que ser de aluminio hay que fabricarlo con ese material y no con plástico o una imitación menos costosa. “En los insumos está el alma del producto, deben ser nobles: cobre, cuero, goma, acero inoxidable, todo verdadero y con diseño artesanal”, apunta el creador de las Jules Cycles, quien se inspiró en las primeras bicimotos del siglo pasado, en las proporciones de las Harley y las Indian.

Hizo nueve cuadros distintos antes de llegar al definitivo, que es el de la bicicleta que ahora usa todos los días para desplazarse (ya lleva 4.200 kilómetros sin problemas) y de las que está produciendo a pedido.

En paralelo con Jules Cycles, al que bautizó con ese nombre en honor al escritor Julio Verne, Pérez trabaja como asesor de diseño y productor de equipamiento para una de las mayores empresas de catering del país. El proyecto de la bicicleta nació hace tres años, cuando planeaba irse a vivir con su mujer a Australia, pero la llegada de un hijo cambió sus planes y también su perspectiva. Washington busca en un programa del Ministerio de Producción capital semilla para llegar a los mercados externos.

“Sé que no es fácil y ya me costó todos mis ahorros, pero los que saben de bicicletas eléctricas me dicen que el producto es valioso y que en su nicho tiene mucho para ganar en el exterior”, dice. Será cuestión de seguir pedaleando.

Por Patricio Ballesteros Ledesma

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