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Negocios
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16 Mayo de 2018 14.25

Arturo Navarro Ithurralde empezó con una pequeña hostería en Santa Cruz y, diez años después, su compañía AADESA es uno de los mayores operadores hoteleros de Sudamérica. Como hito, el 10 de mayo, inauguró un hotel de la cadena Cyan en la ciudad de Neuquén.

Este nuevo emprendimiento se trata del número 19 gerenciado por la firma en la Argentina. La obra demandó una inversión de US$ 6 millones, aportados por inversores argentinos. “Este proyecto supera ampliamente la calidad de diseño y de terminaciones que existe actualmente en la Ciudad de Neuquén y viene a cubrir una demanda insatisfecha de hotelería  internacional, en una ubicación céntrica y muy buscada especialmente por la industria petrolera”, explica Ithurralde.

Al ser un formato de Condo Hotel,  explican desde el Grupo BPC, Cyan Soho Hotel  apuntó a inversores que compraron una unidad del hotel como si compraran un departamento. Cada unidad tiene su propietario, por lo tanto el mismo puede en cualquier momento vender su unidad a otro inversor. Las unidades se destinan a la operación hotelera, y en forma mensual el inversor recibe su participación en el resultado del hotel. Como la demanda es mayor a la oferta y Neuquén es una plaza en constante crecimiento, se esperan rentabilidades muy superiores a las de la renta de un departamento y a la de hoteles en otros destinos, partiendo del 9% sobre la inversión y escalando hasta el 13% según proyecciones.

Ithurralde era gerente de Marketing de Movicom (hoy Movistar), cuando puso sus ahorros para construir cuatro cabañas en El Calafate, junto a dos socios. Corría 2003, y esa inversión personal lo introdujo en el negocio de la hospitalidad. Decidieron crear una marca, La Cantera. Construyeron una hostería, unificaron el diseño de interiores y llegaron a crecer hasta llegar a las 23 habitaciones en 2007, con aportes de capital propio y tres créditos públicos a muy buenas tasas. “Nosotros mismos vendíamos la propuesta a las agencias de viajes, hacíamos las reservas, y nos pusimos a cargo de todo el trabajo comercial de La Cantera. Y nos fue muy bien, fruto de que no había mucha oferta y la demanda crecía todos los años. El flujo de fondos era inmejorable: costos muy bajos y tarifas relativamente altas”.

En 2008, decidieron armar una nueva unidad de negocios: desarrollo de hoteles para inversores, bajo la razón social AADESA. Con el expertise adquirido, más un MBA en Estrategia y Marketing de la UCA en su haber, sumaron otro hotel en El Calafate y uno en Puerto Iguazú como clientes. Con la crisis financiera de ese año, todo se detuvo y ya nadie quiso seguir invirtiendo. Entonces, en 2010, Navarro Ithuralde vendió su parte en La Cantera y, con la nueva sociedad, a la que se incorporó Iñaki González Arnejo (ex LAN e implementador de SAP en Nidera), decidió cambiar el foco del negocio: administrador de sus hoteles y los de otros ya construidos, o a punto de terminarse, que buscaban reconvertirse. “Nosotros podíamos conseguir capital de empuje para finales de obra o puesta en valor, pero no queríamos invertir desde cero en una propiedad que lleva tres años de construcción. Había propietarios que querían vender su hotel y nos ofrecieron el alquiler, y otros que no podían sostener al personal, que es lo más valioso en este negocio. Así que logramos romper muchos paradigmas establecidos y pudimos sumarlos a nuestra cartera de administración”, comenta. Por esa época, crearon tres nuevas marcas de cinco, cuatro y tres estrellas: DON, Cyan y MyHotel respectivamente, para ofrecerlas a los interesados en integrar la cadena, tercerizar la operación y adoptar una nueva imagen corporativa.

Con la crisis global, la macro complicada, el turismo receptivo retraído y los diferentes tipos de cambio, poco a poco se fueron sumando nuevos clientes que, sin perder la propiedad de su hotel, delegaron la administración unificada en AADESA. El país estaba lleno de hoteles levantados por inversores de otros rubros en la época de bonanza del 2003 en adelante pero que, cuando llegó la crisis en 2008, se quedaron sin clientes locales y extranjeros hasta que tuvieron que cerrar.

Esa fue la oportunidad que supo aprovechar Navarro Ithuralde con su know how hotelero: administración centralizada en Buenos Aires y solo personal de atención al pasajero en el destino. “Hay gente que armó un hotel como un sueño pero se le transformó en pesadilla. Nosotros, de 30 a 90 días, logramos hacer los cambios de imagen, gestión financiera, comercial, operativa, contable, legal, marketing, prensa y de recursos humanos en cada caso, según las necesidades del hotel existente”, remarca.

Así, fueron incorporando un nuevo hotel en Saltos del Moconá (Misiones), otro en Recoleta, otro más en Villa La Angostura (Neuquén), y hoy están contratados para operar 19 propiedades en Argentina. “Desde 2010 hasta ahora, la situación se fue agravando cada vez más, con el creciente nivel de inflación y, en algunos casos, por juicios laborales, por ejemplo. El atraso cambiario, el estancamiento económico, los conflictos gremiales y la elevada presión fiscal también generaron complicaciones. El turismo externo siguió llegando, pero menos, y el brasileño bajó hasta un 50%”, detalla el emprendedor.

Desde 2014, Navarro Ithuralde y González Arnejo comenzaron a aplicar para operar hoteles con marcas globales, como Wyndham, Accor y Marriot, a nivel local e internacional. Como resultado, consiguieron que los propietarios del hotel en Nordelta que operaba Intercontinental le transfirieran la administración a su sociedad, ahora bajo la franquicia de Wyndham Hotel Group.

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