Forbes Argentina
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Editorial
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19 Septiembre de 2018 11.41

Mientras asoma el fantasma del default, los "errores no forzados" son cada vez más costosos. ¿Cuándo llegará la estabilidad?

En enero de 2001, las ADR del BBVA cotizaban a US$ 24 en Wall Street. En septiembre de 2001 habían perdido dos tercios de su valor: US$ 8. En el tobogán final que llevó al default de 2001, las ADR cayeron a 4 en noviembre, 2 en diciembre y 1,17 a mediados de 2002. En sintonía, fue la crisis más grave de la historia de Argentina: 50% de pobreza, cinco presidentes en una semana, crisis

política, económica e institucional. Luego de una devaluación del 300% y un gobierno de transición, comenzó el repunte ya en 2002 hasta 2009. Desde entonces, la economía argentina zizgaguea en uno de crecimiento y otro de recesión por diversos factores internos y externos. Volvamos al presente más cercano. Enero de 2018, las ADR del BBVA cotizaron a 24 en Wall Street con un pico de 27. Empiezan septiembre a un valor de 8. El espejo es escalofriantemente simétrico. Mismos valores, idéntica caída. ¿Acaso el tobogán llevará al mismo abismó El fantasma de un default se agita en la sociedad al ritmo que el peso sufre una nueva devaluación.

¿Son sólidos los temores al default? ¿Qué sucede cuando lo racional se confunde con lo irracional? Hay diferencias sustanciales con 2001. Para empezar, en ese entonces había un sistema financiero con créditos en dólares a generadores de pesos: una depreciación quebraba el sistema.

Tanto el índice de reservas como la línea de crédito extendida por el FMI aseguran los recursos necesarios para cumplir con los pagos. ¿Alcanza para subsanar el déficit de cuenta corrienté Argentina debería poder cumplir en 2019, pero entonces, ¿por qué se disparan las primas de riesgo default (CDS)?

Al contexto internacional que no suma, el Gobierno le agrega una y otra vez “errores no forzados”, como prefiren denominarlos. Con sus matices, la política monetaria parece ahora quedar consolidada en manos de Luis Caputo. Quintana y Lopetegui quedaron fuera. En un país presidencialista, donde el dólar es el refugio histórico de los pequeños ahorristas, la figura de un ministro de Economía resulta esencial para transmitir con claridad dónde estamos y hacia dónde vamos. El Gobierno resiste esa idea: aunque sería sano cambiar esa idiosincrasia, ¿es aquí, es ahora el momentó El miércoles 29, Macri intentó dar confinza al avisar que el FMI  adelantaría sus pagos, y más tarde se supo que no estaba confimado. El peso

se devaluó un 10%. El jueves 30, durante el Council of Americas en Buenos Aires, Peña dijo que no había un fracaso económico y que no habría cambios. Otra devaluación del 20%. El dólar pasó de $ 32 a $ 40 en 24 horas. Ahora flota y se estima en $ 42/44 para fin de año. La devaluación por supuesto impactó en las cotizaciones de las principales empresas de Argentina: algunas perdieron más de US$ 800 millones en los últimos 6 meses. ¿Acaso no parece un buen momento para invertir? Despejados los fantasmas, sin lugar a duda. Pero la realidad no da tregua. Para analizarla, incluimos en esta edición entrevistas a dos ministros y CEO de empresas líderes. El análisis incluye las prácticas veraces de Compliance. Mucho más allá de los #cuadernos, el mayor éxito sería estabilizar la economía y que Macri sea el primer presidente no peronista en terminar un mandato en toda la historia de Argentina.

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