Forbes Argentina
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Editorial
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27 Agosto de 2018 06.21

Tanto a nivel local como global, estamos asistiendo a un creciente interés por el fenómeno emprendedor. El momento es ahora.

Estamos viviendo un período vertiginoso de la historia de la humanidad que yo defino como “tornados de cambio” donde los avances del conocimiento y de las disrupciones tecnológicas se combinan en una curva exponencial en términos de masividad, velocidad e impacto transversal en todas las disciplinas del saber y del hacer, que nos conducen desde un contexto previsible hacia un espacio inédito. Por eso estamos asistiendo, tanto a nivel local como global, a un creciente interés por el fenómeno emprendedor, que ve al cambio como algo saludable y a la innovación como la forma de generar valor para la sociedad.

En este contexto, la visionaria definición moderna introducida por el gran economista Joseph Schumpeter en 1934, “el dinamismo desequilibrante provocado por los emprendedores innovadores es la causa de una economía sana y pujante, mucho más que el equilibrio y la optimización de los recursos”, está totalmente vigente. Estamos comenzando a asistir hoy a una nueva etapa de “destrucción creativa” profunda, consecuencia de esta revolución tecnológica que produce un proceso de reajuste en la sociedad, generando nuevas estructuras, empleos, sectores, pero también destruyendo muchos de los que ya existen. Para graficar este fenómeno podemos ver el tiempo de permanencia de las S&P 500 Empresas Forbes que era de 33 años en 1964, 24 años en 2016 y se estima en 12 años para 2027. Esta “destrucción creativa” tiene la potencialidad de generar soluciones disruptivas de forma masiva a grandes problemas de la humanidad. La multifacética figura del emprendedor innovador caracterizada por transitar la incertidumbre con creatividad y pragmatismo es ahora un factor clave para modelar el mundo del futuro.

Estos emprendedores piensan y actúan con mentalidad emprendedora, que consiste en no inmovilizarse ante la incertidumbre, transformarla en riesgo y luego en valor, creando bienes y servicios que mejoren la calidad de vida de las personas. Eso es lo que estamos viendo en estas 30 PROMESAS, en ámbitos tan diversos como la biotecnología, la moda, el entretenimiento, los seguros, la alimentación, la educación digital, el diseño, las finanzas, el blockchain y el coworking, entre otros.

Estos emprendedores e innovadores con potencial de éxito no tienen mejores ideas que los demás, pero las persiguen de forma más enérgica y activa. Persisten cuando las cosas se ponen difíciles. Ajustan, alteran y escuchan los comentarios del mercado. No se limitan a una idea inteligente, sino que combinan tiempo, persistencia, oportunidad, el equipo correcto y capital para hacerla realidad.

Más allá de un contexto difícil de país pero que genera la esperanza de un cambio perdurable en las reglas del juego, en la apertura al mundo, en la transparencia, que nos convierta en un país “normal”, estos emprendedores deciden, como decía el gran Albert Einstein, pensar soluciones nuevas ante problemas viejos con mentalidad innovadora, y asumen los riesgos poniendo en juego su trabajo, su capital y sus conocimientos. Estos emprendedores son globales, están conectados, emprenden con un propósito, y lo más importante es que ven el mundo delante de ellos como un vaso medio lleno en lugar de medio vacío; solo ven un camino hacia adelante.

Tienen el gran desafío de ser emprendedores que se transformen en empresarios competitivos, honestos, innovadores y socialmente responsables, que nunca dejen de mirar las oportunidades con mentalidad emprendedora, que lideren con valores, y así serán valiosos para la sociedad.

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