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14 Noviembre de 2016 11.39

¿Cómo nace una firma de alta relojeríá ¿Dónde radica el secreto del éxitó Hay una marca que puede responder a estas cuestiones. Conversamos con Angelo Bonati, CEO de Officine Panerai.

Todo en él era viejo, salvo sus ojos, y tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos. En ellos, resplandecía un brillo de resistencia y desafío”. La frase que Hemingway escribió en el libro El viejo y el mar podría describir a Angelo Bonati. Un hombre con aplomo y visión que está sentado delante de mí, esperando paciente a que formule las preguntas. Pocos afortunados logran conversar en exclusiva con el directivo que construyó a base de tesón una marca de alta relojería, Officine Panerai, de corazón suizo y “abito” italiano.

Johann Rupert empresario sudafricano propietario de Grupo Richemont, cuya fortuna asciende a US$ 5.300 millones? y Bonati comenzaron esta aventura en 1997. “Contar todo lo que pasó desde entonces es imposible, pero desde el inicio vi que teníamos una gran oportunidad. Rupert compró la marca, pero sólo había un reloj, el Luminor Marina. Intentamos entender qué había detrás: la relación con el mar, Italia, etc., y decidimos lanzar la firma en 1998 después de un test que hicimos con mil unidades. Se vendieron en tres días. Sold out”. Es importante tener en cuenta que, en esa época, la tendencia estética de las cajas apuntaba hacia tamaños más chicos y el Panerai no encajaba en los cánones del momento. “Fue un éxito inmediato”, afirma Bonati. ¿La clave para prolongar ese éxitó “Ser coherente y no cambiar el producto. Por supuesto, no podíamos ofrecer sólo un modelo. Trabajamos incansablemente para construir todo, manufactura incluida”.

Giovanni Panerai abrió la primera tienda de relojes de Florencia en 1860 en el Ponte Alle Grazie para, poco después, trasladarse al

Palazzo Arcivescovile, en la Piazza San Giovanni. Hoy los ?Paneristí peregrinan hasta esta boutique histórica. Es el emblema de la marca florentina y el lugar donde pueden entenderse más de 150 años de historia sólo con observar el movimiento de las manecillas de sus relojes. “Diseño italiano y precisión suiza”, exponen sus incondicionales.

La novedad más revolucionaria de la marca es la nueva caja Luminor Due, que se caracteriza por una considerable reducción de grosor (10 mm) y, por ende, de peso. Pero Florencia fue testigo de algo más, una primicia mundial: el reloj más complejo jamás fabricado por la manufactura Panerai, el Radiomir 1940 Minute Repeater, que incorpora un notable mecanismo doble de repetición de horas e intervalos de diez minutos, con repiques en la hora local y en un segundo huso horario. Bonati explica esta sed de innovación: “Uno de mis retos como CEO es seguir desarrollando la marca, hacerla fuerte y poseer cada vez más conocimiento técnico. Nuestra posición es high end, estamos en el top del mercado de la alta relojería”.

Últimamente, la industria de los guardatiempos exquisitos no vive años gloriosos. Según el Statistic Brain Rescarch Institute, se venden 1.200 millones de relojes al año, de los cuales 29.200.000 son suizos. El Grupo Richemont posee un 15.7% del mercado, siendo solamente superado por Grupo Swatch con un 18.3%. Los compradores de estas piezas de belleza arrebatadora se dividen entre nacionalidades china y estadounidense, principalmente, seguidos por Europa, con Francia y Alemania a la cabeza.

“Tenemos que ser coherentes y continuar caminando en la misma dirección. Debemos ofrecer siempre un valor diferencial al ser comparados con otras marcas. Que el consumidor te elija o no es su decisión, pero nuestra identidad y exclusividad debe quedar clara. El respeto al ADN de la marca es lo más importante. Cuando oís una palabra, tu imaginación piensa inmediatamente en algo. La marca Panerai significa ciertas cosas: el tamaño de la esfera, la resistencia al agua, Florencia, el diseño, etc.. Si no respetás el ADN, esta imagen se vuelve confusa a largo plazo para el consumidor. Y el consumidor dice ¿Panerai era así o es así? Si te equivocás en esto, el futuro es incierto. Tu ?etiquetá es tu identificación en el mundo”, explica Bonati agitando sus manos, cual buen italiano.

Al pedirle que describa su filosofía de negocios, invita a las dos personas de su equipo que nos acompañan en la entrevista a definirla por él. Una elegante forma de deshacerse del compromiso de autoadularse y comprobar que está haciendo bien su propio trabajo. “Ser parte de Panerai es ser parte de una familia. Todos trabajamos por los mismos objetivos y todos colaboran para construir algo común. Construir algo en común es lo que Angelo nos enseña todos los días”, asegura una de las presentes. Bonati se da por satisfecho y agradece con un leve movimiento de cabeza. El ego, acá, no tiene cabida. “Es importante tener a la gente motivada. Si no, no vas a obtener los resultados que esperás. Y también hay que considerar la carrera profesional de tu equipo. Tenés que ganarte su respeto. Si tenés un buen equipo, te van a ayudar a llegar donde quieras”.

Antes de ser el líder espiritual de los “Paneristi”, Bonati trabajó en Cartier. “En cada momento de la vida aprendés algo, y lo importante es saber usarlo. Pasé por varias experiencias pero, en términos profesionales, Panerai es lo más relevante. Construir todo de cero en una marca es una experiencia única”. ¿Así que él es the lucky mañ “Sí, esto sólo pasa una vez en la vida”.

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