Forbes Argentina
Zucho
Editorial
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A la hora de tomar una decisión sobre las inversiones financieras, el análisis no se agota en el precio, rendimiento y, eventualmente plazo. Existen otros factores claves que con el tiempo y varios años de mercado enicma, se aprenden a identificar. Por ejemplo, la calidad del comprador o vendedor.

15 Noviembre de 2016 16.44

A la hora de tomar una decisión sobre las inversiones financieras, el análisis no se agota en el precio, rendimiento y, eventualmente plazo. Existen otros factores claves que con el tiempo y varios años de mercado enicma, se aprenden a identificar. Por ejemplo, la calidad del comprador o vendedor.

En la mayoría de los casos cuando, cuando es una empresa la que hace un cash out, es decir que vende sus propias acciones, estamos en presencia de un precio máximo, por que el consejo es nunca comprar. El análisis es bastante evidente: cuando los dueños son los que venden, ellos saben más que usted de la empresa que manejan, la probabilidad a la baja es alta. Pero cuando los dueños de una empresa recompran sus propias acciones, la situación se invierte. No lo dude es el momento de sumarse a ellos, difícilmente falle.

Por otro lado, la calidad del inversor. La calidad del inversor en un país es determinante para saber el plazo de duración de una inversión. Si una empresa se financia con un proveedor extranjero o con un banco multinacional es un gran dato respecto de su solvencia. Si solo se financia con un banco estatal o provincial, se puede pensar que en rigor lo que tiene la empresa son buenos contactos mientras que si se financia solo en una cooperativa o mutual, intuimos unos balances menos sólidos. Ahora si se financia solo en cuevas, todos intuimos que esa inversión no puede terminar bien. A esto se denomina la calidad del inversor.

Dime quién compra y te diré cómo te consideran. Esto es bien simple: del perfil de inversores, en definitiva, puede deducirse la calidad del activo. Que un comprador de bonos de un país sean los organismos multilaterales, los fondos de inversión, los grandes bancos o los fondos de pensión no es lo mismo a que lo sean solo los hedge funds o los fondos buitres.

“Invertir es como tener una novia: te interesa saber todo de ella, en cada cita valorás si la tendencia de la relación va a mejor, el beneficio final es una incógnita pero mientras la cosa vaya bien, no hay ganas de romper (vender)”. Eso es lo que sería ideal que los inversores hicieran con su dinero y lo que pretende cualquier gobierno: que ese dinero se traslade a la economía real.

Sin embargo hacer trading es como tener una cita con una desconocida buscando sexo: no queremos saber nada de su pasado ni que espera del futuro, el exceso de información no es bueno, básicamente se necesita saber si durante el encuentro se va a obtener el beneficio buscado y para ello sobra con saber si la hora, el sitio y la conversación son adecuados. Si se puede obtener en el menor tiempo posible, mejor. Una vez que se ha conseguido lo que se buscaba, no tiene sentido continuar y si se comprende que no se va a conseguir, lo mejor es retirarse y buscar otra cita más prometedora.

Si hay algo que cambió en estos meses es la calidad del comprador. La mayoría de los inversores en bonos como así también los compradores de acciones son fondos institucionales del exterior. Siguiendo con la analogía de las citas, estos inversores buscan novias, no amantes de una noche por lo tanto le dan más solidez a la relación.

Eso alcanza justificar el optimismo que está viviendo el mercado hoy. La primera cita es la inversión financiera, la segunda ya es la economía real. En la medida que los compradores sean mayores que los vendedores la tasa de interés irá bajando y esto alimentará el apetito por más renta y será la gran oportunidad de casamiento para la economía real.

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