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Antes de que Rusia se vuelva lo suficientemente audaz y sofisticada como para hackear las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, la afinidad del país con las computadoras era evidente aun en el medio del colapso de la Unión Soviética.

07 Agosto de 2017 19.17

Antes de que Rusia se vuelva lo suficientemente audaz y sofisticada como para hackear las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, la afinidad del país con las computadoras era evidente aún en el medio del colapso de la Unión Soviética.

A fines de los 80, un creciente número de emprendedores rusos administraban cooperativas enfocadas en la computación, el emprendimiento privado lanzado durante la Perestroika.

Revendían computadoras occidentales usadas, distribuían software Microsoft e instalaban sistemas tecnológicos. Hasta escribían y comercializaban sus propios programas. Maxim Khomy­akov, por ejemplo, ayudó a crear un sistema operativo llamado Chaos, una chicana nada sutil a la disfuncionalidad de la vida de oficina en los tiempos soviéticos.

Monitoreaba que se finalizara el papelerío y las tareas de rutina y costaba 50.000 rublos, o aproximadamente US$ 80.000 (US$ 160.000 de hoy). “Los hackers de computadoras, en el sentido occidental, no existen en la Unión Soviética. Sin embargo, existe una gran comunidad difícil de determinar de espíritus libres”, concluyó Esther Dyson de Forbes, hija del notable físico inglés Freeman Dyson y editora de Release 1.0, un influyente newsletter de la emergente industria informática.

“Mientras que los soviéticos tal vez carezcan de la habilidad de usar la tecnología informática de un modo efectivo, son ricos en lo fundamental: inteligencia”. Tres décadas más tarde, parece que los hackers, no los emprendedores, reinan de un modo absoluto.

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